Reflexiones playeras



Reflexiones playeras

Cada año nos tomamos una semana de vacaciones en la playa. Ya hemos venido muchas veces a este hotel y, aunque le han hecho algunas modificaciones, se ve prácticamente igual que la primera vez que vinimos, hace veintitrés años.

No podría decir lo mismo de nuestra vida, por lo menos no a primera vista. A lo largo de los años, han cambiado circunstancias, vínculos, trabajo, ilusiones...

Nunca fui de hacer muchos planes ni de tener metas claramente definidas, pero aun así, me doy cuenta de que pocas cosas de mi vida actual son como las imaginó la adolescente o el adulto joven  que fui y que alguna vez estuvo en este mismo hotel.

Lo curioso es que lo “diferente”, lo es justamente por ser muy parecido a lo que siempre fue mi vida, sobre todo mi infancia. Douglas Harding, un autor al que admiro mucho, escribió en uno de sus libros que “el niño es el padre del adulto”. En mi caso, me parece que es claro que la mujer que soy, mi trabajo, mis intereses y gustos, mis alegrías y mis retos tienen mucho más que ver con lo que viví y aprendí de niña, que de adolescente o adulto joven.

Sobre todas estas cosas he estado pensando en estos días de calma y tiempo libre, en este lugar en el que las construcciones que no cambian, y el mar, en su enormidad y belleza eternas hacen patente no sólo la brevedad  de nuestra existencia, sino también lo milagroso de ella.

En este espíritu de asombro y alegría, se me ocurrió hacer para este post una lista de 25 de las cosas por las que hoy me siento muy afortunada y feliz.

Gracias...

  1.  Por estar una vez más aquí en este precioso lugar, disfrutando del sol, la brisa, las vistas maravillosas, la calma.
  2.  Porque el trabajo que elegimos mi mamá y yo, cada quien a su manera y por motivos diferentes, pero que es lo que amamos y que más va con nosotras, nos sigue permitiendo darnos este y otros lujos de vez en cuando.
  3.  Porque  las vacaciones son todavía más padres desde que tuve a mi hijo, quien es lo más bonito que me ha dado la vida.
  4.   Por seguir por acá, en este planeta.
  5.  Porque mis seres queridos también aquí andan.
  6.  Porque mis momentos de estupidez e imprudencia nunca pasaron a mayores.
  7.  Porque las angustias, las dudas y los afanes de años pasados me han dejado mucha paz.
  8.     Por los amigos: los antiguos, los nuevos, los que sólo veo en redes sociales; todos han sido regalos inesperados de la vida.
  9.   Porque las tristezas, los corajes, los arrepentimientos y las desilusiones sí se pueden quedar en el pasado.
  10. Por todos los libros, películas, música y lugares que  me ha tocado disfrutar y por todo lo bueno que han dejado en mí.
  11.  Por los muchos alumnos y alumnitos que he tenido, por lo que hemos aprendido juntos y por lo que me han enseñado.
  12.  Por los muchos y excelentes maestros que tuve desde pequeña, en persona y otros tantos a través de sus libros.
  13.  Por Sally, la mejor terapeuta del mundo; por ser un ejemplo de todo lo que se puede lograr cuando se le echan ganas y coco a la vida.
  14.  Por mi abuela Naír y todo lo que de ella existe en mi mamá y en mí, como tomarnos la vida con seriedad e intención, pero sobre todo el gusto y la habilidad para cocinar.
  15.  Porque, a pesar de nuestras resistencias, miedos y necedades, la parte más sabia de nuestro ser nunca deja de empujarnos hacia una realización más plena de nuestros talentos, sueños y sanación.
  16.  Por el amor que hemos recibido en la vida, de familiares, amigos, parejas y extraños.
  17.  Por todos los perritos que me han acompañado, durante años o días.
  18.  Por la risas compartidas.
  19.  Porque en una vida común y corriente, la gracia se puede hacer presente y cambiarlo todo.
  20.  Porque las sorpresas, recompensas y aprendizajes de esta vida no dependen de nuestros medios limitados.
  21.  Por las segundas, terceras y enésimas oportunidades.
  22.  Porque aunque nos cueste tiempo, trabajo y sufrimiento entenderlo, en este mundo hay un lugar especial para cada uno de nosotros, exactamente como somos.
  23.  Por la manera en que las cosas siempre se van acomodando a nuestro favor; porque esto siempre sucede, a pesar de nuestra preocupación casi constante y  nuestra eventual falta de gratitud.
  24. . Por todo lo que me queda por aprender y hacer.

Últimamente, lo que más me asombra cuando lo pienso es  que a pesar de las penas, los fracasos, los errores y las pérdidas que inevitablemente nos suceden en la vida, desde una perspectiva más profunda, la realidad es que nunca perdemos y tampoco nunca NOS perdemos. 

Si aprendemos a permanecer un poco más abiertos y confiantes, empezamos a ver que de cada situación negativa siempre nacen una lección, un cambio y la posibilidad de avanzar y crecer en amor, en madurez, en compasión, en libertad. Esto lo veo a veces como un regalo sorpresa de la vida para nosotros, el extra que no nos esperábamos. 

No sólo la vida nos ofrece oportunidades de crecer y desarrollarnos física, mental, emocional, profesional y espiritualmente, de ponernos metas y de alcanzar sueños y objetivos, en pocas palabras, de ser la persona que queremos ser, sino que ADEMÁS, DE PILÓN, ya sea que todo funcione, que nada salga bien, o que sólo algunas cosas sí se logren,  nos muestra que estemos donde estemos, es el lugar perfecto para encontrar la felicidad, la plenitud, la alegría y la paz, justo como más las necesitamos experimentar. 

Es la red de seguridad que siempre nos pone la vida. Eso es gracia, es redención.

Por eso, gracias…

25. Porque, nos salga como nos salga nuestro número acrobático, el final siempre será feliz y siempre habrá un camino para regresar a casa.



¿Y tú? ¿Por qué das gracias? ¿Cómo te sientes redimida/o?


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Crédito foto Thank You: Courtney Hedger en Unsplash








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